jueves, 18 de marzo de 2010

Estaba sentado en la mitad de una piedra gigante, yo solo veía piedra, era inmensa, algo así como una montaña de piedra, abajo mio todo rocoso y arriba un cielo inmenso, mucho mas grande que la piedra, el cielo se comía aquella piedra incrustada no se dónde. En el cielo había millones de estrellas, pero mirandolo bien pude llegar a ver algo rojo, que pasaba muy lentamente, ese objeto me hizo pensar en algo cósmico, fuera de todo lo establecido, fuera de lo natural, algo que iba mas allá de lo natural, era un gran paraiso donde no existían los males pues allí el dueño de todo era uno mismo. Aunque no lo crean cuando ese objeto del cielo desaparecio de mi vista llegue a una reflexión: el hombre es dueño de su vida pero no es dueño nada mas que de su conciencia, eso lo alejará de todo el mal mientras lo oscurescan. Las fuerzas emparentadas con el demonio pueden ser el mal, pero también pueden ser el bien, así como el hombre puede ser el mal, y allí es donde no se puede hacer nada, pero mas alla de los cuestionamientos aca lo que verdaderamente vale es lo que demande la conciencia y mi conciencia esta bastante lejos del pensamiento que marca la naturaleza del hombre en torno al mal. Luego de toda la reflexión desperte de un profundo sueño, en ese momento logré reflexionar sobre el todo y me dí cuenta de que por mas de que las piedras gigantes seán la superficie que pisamos, atrapandonos en su rocosidad, siempre va a hacer mucho más grande la bondad que la envuelve. Lo universal y lo cósmico, es superior al mal, y yo lo pudé observar así.

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