martes, 17 de noviembre de 2009

Y el Sol

Te veo llegar
desde una montaña
que esta en el cielo,
me sonrojo al mirarte
y no puedo evitar
el delirio de mis ojos,
hasta caer en un sueño
del que no vuelvo, sin retoños,
con flores en tu pecho
que yo las creo inmensamente
por tu hechizo de amor
alambrado de mi corazón, latente,
tocado por la gloria
de los cohetes espaciales
directos en tu alma, infinita,
que brota de los poros
integrados a tu boca.

Cuando te alejas
permanece tu perfume
de dulce paraíso, floreciente,
saltando como un niño ilusionado
entre el cosmos
y la ruta del sol.

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