jueves, 27 de noviembre de 2014

apoyado sobre un fresco aire cierra sus ojos completamente para ver, se suma a una estampida de árboles que crecen con fuerza dando guerra a una tremenda devastación, un mundo frío, árido y siniestro de esclavos y mentiras, de pura sangre donde casi pasa la mitad de su vida. Escapa luego a perderse, cae en abismos, sus abismos, necesarios abismos para hallarse. Viaja suspendido entre acordes de azul intenso, de melodías absurdas, melancólicas, de canciones de poetas, de su amante de madera dorada que eclipsa sus lunas de encantos y sus bosques de locura intensa, atraviesa humaredas negras navegando en la corriente de un río de diamantes y en su marcha se aletarga a veces su andanza. Pregunta y pregunta, vive de preguntas preguntando, escucha mucho, habla poco, refleja su alma sobre un mar de tensa calma, que explota, que grita y llora, que ríe y canta, que sueña -cierra los ojos para ver más-, miente y disimula en su andar mientras va buscando un buen lugar para soltar su cielo, atrapado en la mitad, eclipsado, oscurecido por nubes. ¡Resiste!, ya invento medio mundo y halló otros tantos, se encuentra habitando y fichando día a día una condena, espera volver a irse pronto a recostarse sobre la superficie de la luna o la de una montaña o por ahí bien lejos o cerca ¿quién sabe? donde no tenga que andar haciendo del otro que no llora, que no ama, que no siente, que calla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario